23, 24,25 y 26 de Junio
Volvíamos a Los Ancares, en buscar de emociones, paisaje y buen comer, y lo encontramos…
Balouta, en la frontera de Lugo con León, fue el lugar elegido para la reunión de inicio de la ruta y desde distintos puntos de España, acudieron los participantes a tan remoto lugar.
El grupo de Madrid, había iniciado el viaje el jueves por la mañana, llegando a Balouta justo después de comer. Allí estaba esperando Adolfo, que había estado probando el menú del C.T.R Miravalles, también llegaba en ese momento Pep desde Girona.
Nuestros amigos de Meigalicia, se presentaron con algo de retraso y se procedió al reparto de rutometros, camisetas y el breafing.
Iniciamos la ruta atraves de las calles de la aldea, iniciando una subida vertiginosa, que iba haciendo el pueblecito más pequeño según se ascendía. Pronto llego la primera dificultada de la tarde, un cortafuegos, recordado por los que ya estuvieron por aquí en 2008. Todos los participantes, 18 4×4, lo superaron sin problemas.
De nuevo en ruta, continuamos por los estrechos caminos gallegos, llegando a una zona con puente estrecho, donde Adolfo, pinchaba una rueda de su Jeep.
Una vez montada la de repuesto proseguimos ruta sin incidencias, pero admirando el estupendo paisaje lucense, adornado con el Camino de Santiago, en algunos tramos. Una estrecha corredoira en subida, significo el final de ruta y la llegada a A Fonsagrada. Desde donde realizaríamos un enlace por carretera hasta Lugo, para alojarnos allí. El viernes, amanecimos, de nuevo, con muy buen tiempo. E iniciamos la visita a las murallas de Lugo. Con un permiso especial, pudimos acceder con los 4×4 en la zona peatonal, y así poder admirar de cerca su belleza. Además un paseo por el centro visitando la catedral, nos dejó muy buen sabor de boca.
Tras la visita iniciamos la ruta, desde el mismo rio Miño. Internándonos en los bosques cercanos a la ciudad, donde nos esperaban unas cuantas trialeras, primero en forma de subida sobre una roca, luego un camino desgarrado de bastante dificultad técnica.
Algunos coches no pudieron superarlo, teniendo que coger la alternativa, acompañados por Eduardo.
Cuando ambos grupos se reunificaron, celebramos la primera comida campestre. De la ruta.
Después de comer continuamos la ruta en dirección Guitiriz, por caminos sencillos, pero estrechos y escondidos entre ramas.
Finalizamos la ruta un poco antes, para facilitar la vuelta por carretera hasta el hotel, esta vez, en A Fonsagrada. Nuestro hotel el resto del fin de semana fue el Hotel Fontesacra, donde fuimos bien recibidos y atendidos. La cena la celebramos en el restaurante Cantábrico de A Fonsagrada, un sitio de aquellos que cualquiera recomendaría a un amigo.
El sábado iniciamos la etapa reina de la ruta. La ruta comenzaba internándonos entre pastos y vallas de ganado. Eduardo encabezaba el grupo en ese momento, y nos encontramos la primera dificultad del día. UN camino entre dos vallas, donde una rodera no nos dejaba oportunidad de seguir avanzando. Así que hubo que retroceder y buscar un paso alternativo. A continuación y una vez en la ruta de nuevo, nos esperaban una serie de cortafuegos en subida y bajada. El primero de ellos, con Pepe al frente, sembraba de dudas al estar prácticamente cegado con vegetación, pero tumbando las retamas conseguimos subir a la cima y disfrutar de unas vistas excepcionales y de una más excepcional bajada posterior.
La siguiente dificultad se presentó en forma de torrentera en un camino de ascenso, donde los participantes debieron manejar con destreza sus vehículos para no caer, en ella. Otro cortafuegos, culminaba la subida.
La parada de la comida, fue en un bosque de pinos, al resguardo del sol, que calentaba hasta caso 40º el ambiente gallego.
Por la tarde una zona de enlace, no exenta de caminos entre vallas y vegetación, donde las piedras, el barro y las dificultades se sucedían.
El final de fiesta era una trialera en subida de 1,4kms llena de puntos técnicos que superar. Donde María y su Jinmy, tuvieron dificultades, por el pequeño tamaño del coche. Gracias a la ayuda de Rafa, Guille, Adolfo y Eduardo, que colocaron algunas piedras en lugares estratégicos, pudo superarla.
Pero aún había una propina, un cortafuegos de vértigo culminado con una ascensión por roca viva.
Algunos valientes, se atrevieron superando ambas dificultades sin problemas.
Volvimos al hotel, para descansar un rato antes de la cena. Y de nuevo en “El Cantábrico” una cena estupenda, que además, coincidiendo con el día festivo de San Juan, alargo la velada hasta altas horas.
El domingo, era nuestro último día y la ruta no podía defraudarnos. Como así fue, iniciamos la marcha desde una de las calles de A Fonsagrada, frente al hotel. El camino descendía hasta el fondo de un valle. Buscábamos un salto de agua, pero antes otro cortafuegos opcional.
Casi todos se atrevieron con él, pero Guillermo pincho, con el inconveniente de que la tuerca de seguridad, no quería salir. Por lo que no se pudo cambiar la rueda, recurriendo a reparadla con gusanillos, para conseguir salir del monte. Mientras, el otro grupo accedía andando al paraíso del salto de agua y completando la visita turística del día.
Ya unificados, conseguimos llevar el coche al asfalto para intentar reparar tan tonta avería. Y es que desde aquí aconsejamos no llevar tuercas de seguridad, al salir al campo.
El resto del grupo continuo mientras Tito y Guillermo intentaban sacarla tuerca maldita, pero en la siguiente zona Adolfo pinchaba por segunda vez su Jeep, no teniendo repuesto, ya que la del primer día no tenía arreglo.
Teníamos otro problema, con forma de rueda. Manos a la obra entre todos se buscó la solución de colocar varios gusanillos, consiguiendo sacar el coche y llevarlo al final de la etapa en Navia de Suarna.
Allí nos esperaba Guillermo y Tito, con otros tres gusanillos en el flanco de su rueda, ya que ni el mecánico había logrado sacar la maldita tuerca.
No nos preocupamos más, y entramos a comer, como final de ruta. La ruta había sido un éxito y todos estábamos satisfechos.
Iniciamos la vuelta a casa, pendiente de Guillermo y Adolfo. Y tuvimos que asistirles varias veces ya que los gusanillos no resistían. Esto prolongo la vuelta, pero finalmente conseguimos llevarles hasta Madrid.
Esperamos que podamos repetir rutas en Galicia en años próximos. Hasta la próxima.