15 y 16 de Mayo



Inicialmente íbamos a recorrer la Serra da Estrela, pero a ultima hora cambiamos de destino y no nos arrepentimos…
El viernes por la noche nos dábamos cita en la bella localidad de Puebla de Sanabria, y donde mejor que en su bien acondicionado Parador nacional. Poco a poco iban llegando los participantes, y una vez todos reunidos y cargados los GPS para las rutas siguientes, pasamos a cenar en un salón habilitado para el grupo. Tras la cena el breafing, donde Eduardo presento la ruta que íbamos a hacer y sus pormenores.
Tras el breafing, buen ambiente de charla y copita, hasta bien entrada la noche.
Ya por la mañana iniciamos el recorrido, que constaba de dos partes, primero una visita turística al parque natural de los lagos de Sanabria, que se hacía íntegramente por carretera, bajo el frio reinante. El lago de abajo fue el primero en recibirnos, el paisaje espectacular, y la nieve arriba en las montañas. De ahí pasamos a visitar el desaparecido pueblo de Ribadelago, sepultado al romperse la presa de Vega de Tera.
Una vez realizada la visita, seguimos ascendiendo hasta la laguna de los peces (la de arriba) llegando hasta su aparcamiento, el frio reinante y el viento, no hizo muy agradable la visita, por lo que descendimos rápidamente, en busca de un café.
De nuevo en Sanabria, hicimos una parada técnica en el Parador. Y a continuación atravesamos el pueblo, para tomar la pista que nos llevaría directamente a Portugal. Nada más entrar en el camino, nos internamos en un pinar que nos llevaba directamente en dirección a la frontera de Portugal.
La curiosa localidad de “Rihonor” marcaba el paso fronterizo. Este curioso pueblo mitad español, mitad portugués, se ha regido durante años con un solo alcalde, y tiene las tiendas en el lado Español y los bares en el lado portugués.
Aprovechando la fiesta local, nos detuvimos en su puente sobre el rio para escuchar la llamada a misa de las campanas de la iglesia en el lado portugués.
Salimos del pueblo internándonos en pistas, con alguna estrechez, donde los coches más anchos pasaban rozando sus pulidos laterales.
En un despiste un grupo tomó el camino equivocado, provocándose algo de confusión, que finalmente se solventa, volviendo sobre sus pasos, al lugar donde Eduardo les esperaba.
Ya iba tocando la hora de comer y que mejor sitio que un merendero junto a un molino, con mesas para poder hacer su despliegue de medios en forma de viandas, vino, pan, tortillas, aceite, tomates, etc., etc. Pero antes, una opcional inventada por una confusión, facilito el vadeo de todo el grupo de un caudaloso rio.
Por la tarde nuestra ruta hacia una primera toma de contacto con Braganza, nos alojaríamos mas tarde. El paso por la ciudad sirvió para visitar su casco antiguo, sus empinadas calles adoquinadas, que nos llevaron hasta el castillo. La parada era obligada, el castillo, actual museo, dedicado a las armas, resulto muy interesante y con una bellas vistas de la sierra de la culebra, aun nevada.
Continuamos nuestro recorrido, junto al cauce del rio Sabor, lugar que nos deparo interesantes vistas, bajadas de vértigo y el segundo vadeo del día.
Entre pueblos, casas aisladas, subidas y bajadas llegamos al final del recorrido, con un pequeño paso de barro. Regresando desde el pequeño pueblo de Valverde hasta Braganza, donde la confortable Pousada con excelentes vistas al castillo y la ciudad, nos esperaban.
La cena, a base de Bacalao, fue rematada con una tertulia en el salón junto a la chimenea.
El domingo nos pusimos en marcha, tras un breve enlace por carretera, ascendiendo por una pista rodeada de pinos al más puro estilo nórdico.
La mañana transcurrió tranquila por fáciles pistas, de media montaña. Las cuales iban ascendiendo hacia el Santuario Da Serra. Aquí realizamos la parada de la mañana, para observar toda la comarca, 360º alrededor.
Empezamos a descender, en este tramo pudimos disfrutar de un par de pueblecitos con iglesias de piedra y calzada portuguesa de granito, con mucho encanto.
Un pequeño vadeo ponía casi fin a los tramos de tierra. Aun quedaban dos horas, para la hora de la comida y llegamos al final de la ruta, que terminaba en un bello paraje, junto a un lago. El buen tiempo había secado la ruta y restado dificultad al recorrido.
Tras disfrutar del paisaje decidimos tomar rumbo a España, y para a comer más cerca de la frontera.
La comida final, que resulto muy agradable, la realizamos en Miranda do Douro, en un merendero junto al agua.
Tras la comida, tomamos rumbo a España, finalizando la ruta. Esperando que el año que viene podamos repetir, con otra ruta por Portugal.
TEXTO Y FOTOS: EDUARDO CELDRAN