30, 31 de Octubre y 1 de Noviembre



Hay un lugar donde se acaba la tierra y los antiguos le llamaron «finis terre» lo hemos descubierto, con la ruta mas dura del año.
El puente de todos los santos 2010, prometía mal tiempo y lluvia en toda la península y más concretamente en Galicia. Pero eso más que un problema suponía un aliciente para los ruteros inscritos en la ruta al fin del mundo, “Finis terre” fin de la tierra.
El viernes bajo la intensa lluvia, nos dábamos cita el Laxe, localidad costera de gran belleza y donde el Hotel playa de Laxe, nos dio alojamiento. Que mejor que cenar en un mesón típico.
Poco a poco, iban llegando los participantes, e incorporándose a la cena.
Por la mañana, en la puerta del hotel procedimos con el tradicional breafing, donde se explicaron todos los pormenores de la ruta, y nos pusimos en marcha.
Iniciamos el recorrido con un breve enlace por carretera hasta Ponteceso, donde comenzaríamos los tramos de pista.
Iniciamos el recorrido, entre corredoiras, y tramos de pista salpicadas de piedras y barro, que nos llevaba hasta “la pedra da serpe” un crucero de piedra, que en su base, tiene enroscada una serpiente. Nuestro recorrido daba vuelta a la península formada por el monte blanco, llegando a su mirador sobre la ría de Allons. Tras la parada comenzamos una bajada, que finalizaba con una trialera que bajaba por una torrentera llena de piedras y arena blanca. Y abajo del todo un mas de dunas blancas, de incomparable belleza.
La trialera fue superada por Ángel y su Grand Cherokee, Miguel Ángel y Ángel, ambos con Land Cruiser, Paco con su Hummer y Casimiro con el Tuareg.
De nuevo en ruta los estrechos caminos, entre la lluvia continuamos hasta Allons, donde Tito, nuestro guía, tuvo una avería en su Land Cruiser, al salirse el trapecio delantero. Por suerte nada ocurrió y fue una pérdida de tornillos, que se pudo solventar con “la ayuda en carretera”, de un mecánico amigo, que volvió a montar todo en su sitio y se pudo seguir ruta normalmente. Era tarde, y ya nos dirigimos directamente a la zona de comida. Como la lluvia nos seguía acompañando un coqueto refugio sirvió para cobijarnos en el parque natural Pedro Vixia en Baio. Iniciamos la tarde con un largo vadeo, pero para llegar hasta él, había que superar unas roderas impresionantes, donde Casimiro caía, a la cuneta. Asistido por Ángel y Miguel Ángel, pudimos continuar y superar el vadeo sin contratiempos pese a su caudal, longitud y profundidad. A continuación la ruta no iba a bajar en intensidad, sino más bien lo contrario. Nos esperaba una “especial” fuera de rutometro, que en otras ocasiones los vehículos cortos, no podían hacer.
Más que dificultad, la belleza del lugar, impactaba. Una correodira absolutamente cubierta con un túnel de vegetación, nos llevaba a un pequeño vadeo, de gran escalón. Una vez superado, lo siguiente era el antiguo punto de giro, donde los coches largos no hubieran pasado de no ser porque uno de los arboles ha caído y ahora se puede hacer maniobra. Tras ese paso, y como si de la selva saliéramos llegábamos a un prado, con un vadeo junto a un antiguo molino.
Atardeciendo, una bella subida a los montes de Meda, plagados de molinos de viento, y ya anocheciendo descendíamos el monte por una bella trialera en bajada, con vistas espectaculares sobre el llano de Carreira. Ya de noche realizamos un enlace para llegar de nuevo a Laxe.
Pero la jornada no acababa aquí, aun nos quedaba asistir a la mariscada prevista en la Casa rural Xastre do anos. La cena culminaba con una queimada y eso animo al personal a realizar una nocturna especial.
La nocturna, salía directamente por caminos del restaurante, para vadear el rio de la mañana, con el atractivo nocturno. A continuación un segundo vadeo de mayores dimensiones, nos dejaba en Baio, para volver al hotel sobre las 3h, pero al haber cambio de hora, solo eran las 2h. Por lo que el paseo nocturno no nos quito horas de sueño.
A la mañana siguiente, de nuevo la lluvia nos acompañaba. Hoy era la etapa reina, nuestro destino, “donde acaba la tierra” “finis terre”.
De nuevo un breve enlace por carretera, nos llevaba al encuentro con las pistas gallegas, esta vez tomamos el camino junto al castro celta de Borneiros.
Justo antes de pisar carretera, en Pombal, tuvimos el primer incidente al pinchar Miguel Ángel su Land Cruiser. Tras comprobar que el repara pinchazos no era suficiente, entre todos cambiamos la rueda, y continuamos camino.
Nuestro paso por la ermita de San Bartolomé, marcaba la bajada a Vimianzo, donde iniciábamos otro tramo interesante de ruta.
Una subida trialera, junto a unos ruidosos molinos de viento, puso en apuros a más de uno, ya que el barro y las piedras hacían perder tracción. El Land Cruiser de Miguel Ángel fue al que más le costó la subida.
Casimiro, dando un paseo junto a su coche se cobro un excelente botín en forma de boletus gigantes, que ya por la noche nos cenaríamos.
La ruta ahora atravesaba una zona de minas, con restos de lagunas y vallas entre piedras, que nos llevaba directamente hasta Quintans, donde paramos a comer.
Como el tiempo seguía sin acompañar, el bar Plaza nos acogió permitiéndonos tomas casi al asalto las instalaciones.
Tras la comida, continuamos nuestro camino hacia Finisterre. Esta vez por algunos tramos del camino de Santiago. Tramo que los peregrinos realizan al finalizar el camino en Santiago, para tirar las botas en Finisterre.
La nueva dificultada que se presentaba era, un estrecho puente de piedra en curva, donde los Hummer y HDJ 100, dejaban un cuarto de rueda fuera por cada lado…
Con las indicaciones de Tito, todos los superamos son problemas.
Llegamos a Cee, donde tomábamos una subida espectacular vistas sobre el cabo Finisterre. Algunos troncos impedían el paso debido al temporal, pero el trabajo en equipo de todos los participantes, ayudaron a apartarlos o serrarlos. Nada podía impedirnos llegar a Finisterre. Y así fue, llegamos a Fisterra y por carretera hasta el cabo y su mítico faro.
Ya era de noche, pero eso no impidió hacernos una foto de grupo con el mar al fondo.
Regresamos a Cee por carretera. Esta vez el hotel Insua, iba a ser nuestro destino.
La última etapa amaneció con mejor tiempo, la iniciamos con un enlace por carretera, hasta romano de nos dábamos cita en la bella Dumbria, donde empezamos los tramos de tierra.
Tras unos caminos de trámite llegábamos a una trialera, entre piedras de difícil paso, sin rozar los bajos del coche. Y a continuación ascendimos hasta la el alto de la cruz de Cabral. Donde nos esperaba una trepidante bajada, en hierba, y que tras el paso de cuatro coches, dejo a Miguel Ángel y su HDJ 100 clavados literalmente en el barro. Ángel con su Grand Cherokee, se ocupo del rescate, ayudado de su flamante winch.
Una vez todos en ruta de nuevo, un estrecho camino nos esperaba, las ramas, dejaban pasar el coche justo, “acariciando” los laterales. Es como si Costa da norte, dejara “mella” en los 4×4 que la visitan.
Solo nos quedaban un par de trialeras, una en subida entre piedras y otra bajada espectacular metida entre ramas y paredes de tierra, donde había que estar hábil para no rozar el coche.
Por último una buena pista nos llevaba hasta la localidad de Baio, donde el restaurante Casa Cruz, nos sirvió un inmejorable cocido gallego.
La ruta había llegado a su fin, solo quedaban los 600kms de vuelta a Madrid, o los 1000Kms de vuelta a Tarragona de Ángel.
Una ruta inolvidable, la más dura del año según los participantes, pero que en buena compañía ha sido un éxito. Gracias a Fany y Tito por vuestra ayuda y buen trabajo. Hasta próxima.
TEXTO Y FOTOS: EDUARDO CELDRAN
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