Julio Tejedor y Eduardo Celdran
Del 8 al 23 de Agosto




Visitamos la tierra de Dracula, en un viaje atraves de Europa. Los mejores escenarios de todoterreno nos esperaban.
Por primera vez convocábamos un viaje en pleno verano, ya que el destino así lo requería, Rumania, que en invierno es muy complicada solo puede acometerse en verano.
La convocatoria fue un éxito, y nada menos que 13 coches conformaban la expedición, venidos de múltiples puntos de nuestra geografía: Valencia, Alicante, Coruña, Madrid, Barcelona y Lanzarote.
El grupo de Madrid nos dimos cita el día 8 de agosto por la mañana temprano en la gasolinera de Torija, punto de partida de múltiples excursiones por Guadalajara, desde allí y en grupo pusimos rumbo por autovía a Barcelona y Gerona, donde nos reunimos con los dos vehículos de Barcelona. Continuando nuestra ruta, nuestro destino era Aix en Provence, allí nos esperaba Jesús de Lanzarote, que había salido unos días antes; Jorge y familia que habían venido desde Madrid y Eladio que venía de Alicante.
La cena sirvió para empezar a conocernos repartir las camisas del grupo y planificar la ruta del día siguiente.
Aix en Privence-Venezia
Dado los atascos que habíamos pasado el día anterior, decidimos hacer dos grupos, los más madrugadores irían por la autopista de la Costa Azul atravesando de Génova a Venecia, y el otro grupo atravesaría los Alpes, dirección Turín, Milán y Venecia.
A media tarde estábamos todos en nuestro confortable hotel de Mestre (Venecia) con la estación de tren que accede a la ciudad de los canales enfrente.
El resto de la tarde, lo dedicamos a la visita por libre a la ciudad.
Venecia
El viaje, este día nos mostraba su vertiente más turística, y dedicábamos este día completo a la visita y disfrute de Venecia.
Venecia-Budapest
Salimos temprano para recorrer el trayecto más cosmopolita del viaje, atravesando Italia, Eslovenia, Croacia y Hungría, cuatro países en un solo día.
La autopista hasta Trieste, la cubrimos sin problemas, entrando en Eslovenia a media mañana. Aquí nos encontramos la sorpresa, que sin cartel previo, aviso ni nada que se los parezca, Eladio, fue detenido por no llevar la “viñeta” obligatoria para circular por autopista. 150€ de multa, por una pegatina que valía 10€, menuda bienvenida. Así que todos rápidamente nos detuvimos en la gasolinera más cercana para comprar la dichosa viñeta.
Eslovenia nos sorprendió, por su limpieza, orden, buenas autopistas, verdor general y nivel.
En un par de horas estábamos entrando en Croacia, las fronteras en esta zona parecen un peaje, donde no te piden absolutamente nada, como mucho enseñar el pasaporte.
Croacia, aun tenía algunos tramos de autopista sin terminar, pero en obras, los cual nos produjo algo de retraso, llegando a Zagreb, antes de comer.
Decidimos entrar en la ciudad y hacer un tour, con los coches por el centro, para hacernos una idea de la ciudad.
Así lo hicimos, no sin las típicas perdidas en los semáforos, pero finalmente pudimos hacernos una idea de la ciudad.
Saliendo de Zagreb, decidimos parar a comer en un área de servicio.
Ya por la tarde, y por autopista, entramos en Hungría, para llegar a Budapest, sobre las 19h.
Una breve ducha y en autobús público nos desplazamos hasta el restaurante que un amigo nos había recomendado y que habíamos reservado días antes.
Se trata de un típico restaurante húngaro, con música en vivo y muy buena comida. Como siempre los españoles terminamos cantando y bailando al son del piano y por pasodobles y canciones típicas españolas.
La vuelta andando al hotel, mereció la pena.
Budapest-Oradea (Rumania)
La mañana la dedicamos a visitar Budapest. En trasporte público, nos movimos a las mil maravillas, visitando la ciudadela, desde donde pudimos disfrutar de unas estupendas vistas.
A la hora de comer, partimos rumbo a Oradea en Rumania, donde nuestros guías Mircea y Christi, nos esperaban a pie de Frontera.
Una magnifica autopista, nos acercaba hasta Rumania, y además nos ponía los dientes largos con desvíos hacia Ucrania… que nos hacían soñar con futuros viajes por Asia. Curiosamente, la magnífica autopista se acababa, a 30Kms de Rumania y a partir de ahí una serie de carreteras secundarias nos llevaron hasta la frontera.
De nuevo nadie nos pidió documentación y accedimos a Rumania. Nuestro encuentro con los guías fue en la primera gasolinera, donde aprovechamos para repostar, cambiar moneda y saludarnos.
Un español en lo primero que piensa siempre es en comer, así que le pedimos a Mircea, que nos llevara a un supermercado para comprar víveres. Dejamos por un rato los todoterrenos y nos convertimos en una excursión de carritos por los pasillos.
Tras la compra nos dirigimos al Hotel Continental en el centro de Oradea, donde nos alojamos.
Tras la cena cargamos los tracks del día siguiente en los GPS, para tenerlo todo a punto.
Oradea-Albac
Ya teníamos ganas de empezar a pisar campo, tras 3000Kms de autopistas, así que temprano iniciamos nuestro recorrido, con Christi y Mircea al mando, un enlace por carretera, hasta el mismo pie de las montañas, sirvió para comprobar que a las carreteras rumanas les vendrían bien los “fondos de cohesión europeos”…
Tomamos pista y se nublo, comenzamos a ascender internándonos en inmensos bosques, pronto la niebla los invadiría todo, privándonos de las estupendas vistas que nos ofrecían las montañas.
El barro hace su aparición, pero… ¿no estamos en verano? Sí, pero aquí llueve mucho y el barro se mantiene.. Pues mejor!!! Pensamos todos.
En un alto el grupo se detiene e iniciamos una bajada trialera, muy interesante, seguida de una subida más interesante todavía. Pequeñas cabañas de madera nos acompañan salpicadas por los verdes prados. De nuevo nos detenemos, esta vez un rebaño nos da la bienvenida, y a continuación una sucesión de ascensos y descensos por rodadas en prados, nos recuerda, los que antiguamente en España estaba permitido y ahora no lo está.
Una zona de camping, nos lleva entre bosques hasta las curiosas cabañas fabricadas con enormes toneles y a continuación a nuestro punto de comida. No sin antes atravesar un frondoso bosque, donde había que tener fe para saber que el camino iba por ahí, de no ser por el track, la mayoría nos hubiéramos dado la vuelta.
La primera comida campestre la realizamos en una pradera bajo un sol y humedad bastante fuertes.
Tras la comida tuvimos el primer incidente del viaje, a Eduardo le estallo una valona neumática de la suspensión, viniéndose a bajo el sistema de suspensión trasera. Una avería difícil de reparar.
Como pudimos y tras comprobar la avería, muy despacio fuimos saliendo de la pista, atravesando trialeras, pasos por prados, etc. Hasta un pueblo donde tomamos una pista que nos desviaba hasta el hotel Poiana verde.
Un estupendo hotel rural, con una comida excelente sirvió para comentar nuestra primera etapa en Rumania.
Albac-Alba Iulia
Muy temprano Eduardo de Iberutas marcho para Sibiu en busca de un taller Toyota donde intentar solucionar el problema del coche, le acompañaba Mircea (para ayudar con el rumano) y su familia.
El resto de coches iniciaron normalmente la etapa, que resulto bastante emocionante y dura.
Salimos con algo de retraso debido a que desde la puerta del hotel, que por cierto una monada, al estilo de las casas rurales de España, había obras de asfaltos.
Encabezaba nuestro guía Cristo y cerraba la comitiva Eduardo Madame por aquello de su magnifico ingles. Para entenderse con Cristy por si alguno se perdía por el camino.
Bueno a lo que íbamos, ya en carretera de “primer orden”, realizamos unos cuantos kilómetros hasta desviarnos por un ancho camino, que nos llevaría hasta unas antiguas minas de oro abandonadas, que las explotó, en tiempos, una empresa Canadiense. Una parada de reagrupamiento en una explanada, sirvió para ver los primeros restos de la maquina excavadora del año “CATAPUM ” que se encargaba de la extracción de mineral, la maquina estaba totalmente desguazada. El paisaje alrededor de la mina era desolador, pero a su vez resultaba curioso, extraño, incluso bonito por las diferencias de colores del terreno.
Retomamos la marcha después de la parada, e iniciamos una corta subida que nos llevó hasta un alto, donde había una barrera con un guarda custodiando la entrada a las ruinosas edificaciones de la mina. Cristy, después de unas palabras con el señor guarda, consiguió que nos permitieran el acceso. Pudimos ver las construcciones y las maquinarias totalmente abandonadas, a su suerte, así como las montañas de tierra de diferentes colores acumuladas a lo largo de toda la mina.
Tras la visita, continuamos nuestro camino, que se fue complicando, con algún que otro cruce de puentes y alguna que otra bañera, lo que no faltaron fueron algún que otro DACIA (igual que nuestras C15 en España) aparcados a los lados del camino. Cada vez el camino se complicaba mas, era difícil seguir el rastro, en algunos tramos se perdíamos las roderas, lo cual implicaba prestar mucha atención al GPS.
Llegamos a una explanada y al final e ella, el coche de Christi desapareció entre unos árboles, le siguió Vicente, que fue el primero en entrar. Desde el interior nos retransmitía por la emisora por donde debíamos continuar. El camino no se veía y sarcásticamente, nos comentó que había que ir en dirección a los árboles…
Continuamos por el túnel de rayado, tanto de bajos, como de techos, como de costados, en fin por todos los lados; No parecía que existiese camino, estábamos metidos entre árboles, zarzas y retamas, en la oscuridad por la espesura de la maleza, con el suelo totalmente empapado y embarrado, negro como el carbón, y con unos toboganes donde nuestras panzas “rascaban”. Nuestras cabezas decían, por que tipo de camino nos habíamos metido…
Entre las ramas y el salpicar del agua nos tapaban lo que teníamos delante; Julio, con su recién estrenado Touareg, según pasaban las ramas y las oía chirriar por la chapa, le iban cayendo lagrimitas, algún otro tenia que salir a recoger la antena de la emisora enganchada en las ramas.
Por fin, salimos de ese infernal túnel que parecía que no terminaba nunca, para llegar a un idílico paisaje de prados, en el que íbamos navegando, el camino que estaba tapadito de hierba que lo ocultaba. Llegando al final, y entre árboles, a un camino algo más marcado y más visible, donde nos encontramos un par de cancelas que tuvimos que abrir y volver a cerrar, que daban acceso a una zona con casas de madera, carros, caballos e infinidad de montones de hierba apilada, con un palo en el centro, igual que antiguamente y todavía en algunas partes de Galicia se sigue haciendo, para almacenar hierba fresca de alimento para los animales.
Desde estos lugares, las vistas de los Cárpatos eran impresionantes, picos y más picos todos llenas de árboles y gigantes abetos en las laderas. A alguno de los árboles resulta imposible verles la copa, desde nuestras monturas. Las laderas estaban tapizadas como si de un campo de golf se tratase.
Amenazaba lluvia, cosa que hizo durante unos minutos, justo en el lugar y hora que teníamos para la comida. Decidimos continuar unos kilómetros más adelante, subiendo por unas pequeñas cárcavas con sus correspondientes zanjas e inclinaciones mientras abríamos el apetito, y así, dar tiempo para que despejase, cosa que ocurrió al llegar a un collado, con una pradera con encinas, que estaba incluso mejor aún que la anterior. Así que paramos y dimos cuenta de nuestras despensas y a nuestro insaciable hambre.
Es el segundo día, pero ya nos hemos dado cuenta que Cristy no come, solo fuma, por lo que únicamente nos dio ¾ de hora para comer, cosa que cumplimos.
Como premio, al ir con tiempo, nos propuso desviarnos del track y nos llevó por un camino que prometía, ya que antes de iniciarlo, teníamos hasta espectadores filmándonos y fotografiándonos, al paso de toda la comitiva. Estaban junto a un precioso lago, con una encantadora casita encima del agua con embarcadero.
Como decía, el camino fue subiendo y subiendo hasta llegar a un lugar que parecía que no iba a ninguna parte pero… “señores pasen que al fondo hay sitio” Cristy con su Trooper rojo, se mete entre los árboles, en una rampa llena de barro y hierba mojada, a continuación empieza a patinar, el coche no sube, no había manera de continuar…, ¡! pero hay amigos ¡!, eso “picó” a la clientela y zás ahí que vamos todos a intentarlo, el primero y luego único, fue Ignacio con su poderoso Patrol GR, casi lo consigue, lo intentó varias veces, poco a poco conseguía subir metro a metro, pero el camino cada vez se empinaba más hacia arriba, el barro de color negro se hacía más denso e impedía su avance, dejando a su paso profundas roderas. Finalmente desistió, ya que el dibujo de sus neumáticos estaba completamente embozado, por lo que tuvo que bajar marcha atrás, no se podía dar la vuelta por las roderas que se habían dejado y lo estrecho del paso.
Total, que nos divertimos un ratito viendo las maniobras y peripecias, y con algún que otro resbalón con “caca de la vaca”. Ernest las evitaba, pero resbalo, cayendo sobre una de ellas, con el consiguiente “cachondeo” del resto del grupo.
El camino de regreso, ya más tranquilo, discurrió por una zona algo poblada, dando tiempo a ver a las gentes en su hábitat natural de la Rumania profunda, cosa que aprovecho Jesús, para repartir entre los niños que salían a nuestro paso, unos bolígrafos y unos yoyos. La cara de los niños lo decía todo, se les encendía con una sonrisa, solamente con ese pequeño detalle.
El camino a Alba-Iulia llegaba a su fin por carretera, atravesando pueblos en los que pudimos ver, como sus gentes, ponen pequeños puestecitos frente a sus casas, junto a la carretera para vender todo tipo de productos de la huerta.
Llegamos al hotel amenazando lluvia, cosa que aconteció, cayendo una fuerte tromba de agua durante unos minutos, que nos sirvió para lavar “la cara” un poco a nuestras maquinas, ya que venían de barro hasta la punta de la antena.
Nos esperaban Mircea y Eduardo, deseábamos que el coche ya estuviese reparado, pero no fue así. La Toyota, no disponían del repuesto y tardaban una barbaridad en traerla, esto nos entristeció un poco, pues eso suponía que Eduardo y familia, se iba a perder la ruta después de tanto tiempo preparándola, de esas noches de sueño perdidas que ahora se iban a truncar por una simple “balona” y eso que dicen que los Toyotas no se rompen.
Después del reparto de las correspondientes llaves, tuvimos tiempo para dar un pequeño paseo por la ciudad. Alba es una de las ciudades más importantes de Rumania y que conserva una zona medieval, con una impresionante Catedral. Además, siendo día 15 de Agosto (día de la Virgen en España) estaban celebrando una ceremonia ortodoxa, al estilo de una procesión.
Ya por la noche, cenamos en el hotel celebrando nuestro segundo día de ruta, para después de los postres pasar a la carga de los traks para la siguiente ruta.
Eduardo en el hotel nos comunicaba que no podría utilizar su coche hasta que llegara la pieza de España, ya que en Rumania no la había, ni era fácil que llegase, optamos que entre todos los coches repartiríamos el equipaje y Fernando y Eduardo se prestaron voluntarios para llevar a la familia Celdran..
Alba Iulia-Sibiu
Una vez comprobado que el coche de Eduardo, no tenía una solución inmediata, él y su familia se acoplaron en los coches de Fernando y Mercedes y de Eduardo y Teresa.
Iniciamos normalmente la etapa, ascendiendo rápidamente por pistas de interminables curvas, hasta lo alto de los montes, que de nuevo estaba cubiertos por la niebla.
Los simpáticos habitantes de las aldeas y granjas, salen a nuestro encuentro, supongo que ver una caravana de coches españoles en un lugar tan alejado les llama la atención.
La vida rural se mantiene, como antiguamente, utilizando los bueyes, almacenando la paja y pastoreando el ganado.
El camino continua, menos duro que en días anteriores, preciosos valles se adivinan al fondo, con pequeños pueblos. Descendemos hacia uno de ellos, para comprar pan, es fiesta estos días y hay cantidad de gente.
Encontramos unas enormes hogazas de pan, y compramos fruta y tomates. Curiosamente la gente nos para y nos habla en español, son rumanos emigrantes en España que están de vacaciones.
Nos internamos de nuevo en el bosque, esta vez las pistas comienzan a tener bastante barro y el camino se estrecha, me recuerda a las corredoiras gallegas, entre dos taludes de tierra, en camino va encajonado y tapado por los arboles, apenas se ve el cielo.
Algunos arboles derribados por la lluvia y la nieve, nos obligan a retirarlos o directamente cortarlos con hachas. Otros ya estaban cortados por algún coche que paso anteriormente, la verdad es que debía ser un Suzuki, porque desde el Hummer de Fernando, los pasos se ven realmente estrechos.
De pronto Christi, nuestro guía a bordo de su “flamante” Isuzu, queda atascado en un barrizal, Fernando del Patrol GR acude a su rescate, la poca potencia del Isuzu, ha detenido el coche. El resto del grupo para el barrizal sin problemas.
A continuación encontramos un claro en el bosque, donde aprovechamos para comer. Una relajada comida donde se vieron algunos “pinitos” gastronómicos.
Por la tarde, iniciamos el descenso hacia una población cercana a Sibiu, donde visitamos una fábrica de sombreros. Lástima que estaba cerrada y finalmente las chicas no pudieron comprar.
Poco quedaba hasta el hotel Silvas de Sibiu, magníficamente acondicionado y con buen aparcamiento. Como esa noche había una boda, cambiamos el programa y en ved de cenar en el hotel nos fuimos a una cena “gitana” en autobús.
A la puerta de la casa nos esperaban dos bellas zíngaras, con orujo típico, eso sí, unos era para hombres y otro para mujeres. En honor a la verdad, la mayoría de los hombres tomaron el de mujeres, porque el de hombre era para “muy hombres”.
La cena fue superdivertida y muy abundante, con baile incluido por parte de dos abuelillos transilvanos, y a los que lógicamente se unió más de uno del grupo.
Bien entrada la noche regresamos al hotel.
Sibiu-Bran
Este día era el menos campero de todos, ya que para llegar a tiempo a ver el castillo de Dracula había que hacer, casi íntegramente la ruta por carretera. Efectivamente, llegamos sobre las 12 a Bran, capital de Draculandia. Una hábil gestión de Vicente, nos ahorro una hora de espera para entrar, ya que se “coló” en la caseta de billetes, diciendo que éramos un grupo, ante lo cual la expendedora cerró la taquilla para atendernos a nosotros… Vicente ya nos contaras como la convenciste…
La visita al castillo no defraudo, bien conservado e interesante, aunque bien podría ser un castillo normal. Ya que la leyenda de Dracula, no deja de ser una ficción basada en un antiguo rey de Rumania, apodado Dracul por lo sanguinario que era con sus enemigos.
Bran tambien nos gusto, aunque prácticamente estaba atascado, debido a la gran cantidad de gentes que ese día allí se concentraba. Lastima no haber reservado para comer en un estupendo restaurante al aire libre con barbacoa, que se encuentra frente al castillo.
Ya tarde, nos alejamos del mundanal ruido para buscar un lugar para comer, casi merendar.
De nuevo todos los integrantes de la expedición demostraron sus dotes culinarias. Incluso morcilla de Burgos, se pudo degustar, recién importada de la última ruta de la s Merindades.
Por la tarde, improvisamos una pequeña ruta, con trialera opcional incluida, que sirvió para que los más aguerridos se desfogasen.
Y así fue, la trialera la ascendieron entre zanjas y arboles, con fuerte pendiente en subida, pero no todos consiguieron coronar, solo Eduardo Madame, lo consiguió. De nuevo abajo, nos dividimos en dos grupos, unos fueron a visitar Rasov y otros siguieron hasta el hotel.
La visita a Rasov, tuvo su gracia, ya que la pudimos visitar cuando ya estaba cerrada, gracias a las suplicas de Mercedes.
Como todas las noches cena en el hotel y carga de GPS, copita a y a la cama que mañana hay que madrugar.
Bran-Sibiu
Este día comenzaba con otro largo enlace por carretera, para regresar de los dominios del Conde Dracula. La carretera en un momento dado, se convertía en pista, continuando sin problemas, hasta que Christi, desde el coche de Vicente (el suyo estaba reparándose por una avería) nos ordena parar, pues el camino ha desaparecido por una riada.
A la derecha se ve un arrastradero que baja al rio, pero abajo hay un barrizal. Ernest decide bajar a probar, y así lo hace, pero se queda encallado en el barro rápidamente. Aquí comienza una operación de tres horas, wincheando, para superar el barro y que nos brindo a todos momentos divertidas y fotos espectaculares.
Mientras el resto del grupo a las ordenes de Christi, daban un rodeo de 3Kms hasta el otro lado del rio siguiendo las indicaciones de los “nativos” de la zona.
A las 3 de la tarde, salía el coche de Ernest, y rápidamente buscamos una pradera para comer bajo la sombra de un par de robles centenarios.
Ya por la tarde y tras salir de la pista, visitamos un monasterio ortodoxo y nos dirigimos a Sibiu, con tiempo para visitar la ciudad de noche. Su plaza resulto realmente interesante, según Vicente, que nos lo explico con todo detalle.
Sibiu-Arisieni
Salimos con retraso de Sibiu debida a las compras y algún que otro entrenamiento, y comenzamos nuestra andadura por carretera para internarnos en las pistas, pero surgieron problemas, a 50kms de Sibiu, Ignacio rompió el embrague de su coche.
Gracia a la barra de remolcar de Eduardo pudimos llevarle hasta el taller más próximo, donde Mircea se quedo con él mientras el resto del grupo continuaba.
Una nueva detención, atasco monumental en la carretera, debido a un accidente.
Por fin pudimos dejar la carretera, para dirigirnos hasta la primera atracción del día, un transbordador que nos llevaría al otro lado del rio.
Se trata de una barcaza de tracción humana (ayudada por la corriente).
El barquero al vernos nos indico que mejor de tres en tres, que cuatro encallarían el barco, y así lo hicimos. En cuatro viajes habíamos cruzado todos y por solo 4Lei (1€)… Continuamos camino, pero con un ligero recorte sobre el recorrido por el retraso acumulado.
Ya por la tarde, nuestro camino se encaramaba a las montañas, internándose a espesos bosques de robles, hayas y pinos, repletos de madera esperando ser cargada en inmensos camiones aparcados en las cunetas de los caminos.
Poco a poco vamos atravesando bosques, repletos de bañeras de barro, hasta que en un momento dado, los arboles desaparecieron quedando bajo nuestros pies.
Continuamos el ascenso hasta el pico Bihor, donde un monumento al unificador de Rumania nos esperaba.
Christi nos explica que seguiremos las crestas de las montañas, hasta una antena situada al fondo y en lo más alto.
La pista no defrauda, llena de barro, piedras y troncos sueltos provenientes de la limpieza del bosque.
Una vez en la base de la antena, una trialera en subida nos esperaba, un ascenso de unos dos kilómetros por piedra suelta, que había que subir con fuerza, pero sin descontrolar debido a la gran pendiente.
Todos conseguimos superarlo, incluso Julio y su Tuareg, aunque con una ligera atrancada a mitad de rampa.
Una vez arriba y con el atardecer acompañándonos iniciamos el descenso hasta el hotel situado en la otra vertiente.
La bajada por pista no presentaba dificultades, encontrándonos a nuestro paso de nuevo granjas, y campistas acampados en medio del bosque.
Nuestro hotel “four seasons” nos sorprendió gratamente por su arquitectura, por su piscina termal y sobre todo por su escalera de caracol…
Un estupendo baño, seguido de una estupenda cena, sirvió para culminar el día.
Arisieni-Oradea
El ultimo día, prometía ser muy interesante, ya que aunque corto el recorrido, había un par de trialeras interesantes. Pero el día comenzó “torcido”, Mircea no podía levantarse de la cama, debido a una caída en la bañera un par de días atrás, así que hubo que avisar una ambulancia que le trasladase a un hospital para su reconocimiento.
Entre tanto Eduardo, partía con su maltrecho Toyota, sin suspensión, hacia Oradea por carretera, ya que esa mañana llegaba la pieza de repuesto desde España y tenía cita para montarla en la Toyota, mientras el resto hacia la etapa normalmente.
Pero desgraciadamente, lo que uno nunca quisiera contar en una crónica, ocurrió.
El grupo salió normalmente superando las primeras dificultades trialeras, y circulando por pistas de montaña de gran belleza.
En un punto donde la pista discurría por la ladera de una montaña y tras el paso de un par de coches, Jorge y su familia cayeron con su HDJ80 por la ladera, quedando parados contra un par de arboles. Tras bajar a socorrerles, se pudo comprobar que estaban bien, eso si, con dolores y algunas heridas. Christi aviso inmediatamente a los servicios sanitarios, que acudieron rápidamente al lugar y ayudados por todos los integrantes de la ruta, pudieron trasladarles al hospital para un reconocimiento. Entre tanto, Eduardo con el coche reparado, y tras enterarse de lo acontecido, recogió a Mircea del hospital y se dirigieron juntos rápidamente al lugar de los hechos, para organizar el trámite con las autoridades y poco más, ya que el grupo se había encargado de todo, gracias chicos… Después se procedió al rescate del coche y el equipaje, realizándolo, con la ayuda de un tractor maderero.
Una vez el coche en la pista, comprobamos que arrancaba, con lo que procedimos a su traslado por carretera hasta Oradea, pilotado por Ignacio, que no tenia coche, ya que el suyo llegaba reparado esa noche a Oradea.
Una vez todos en Oradea fuimos a visitar a Jorge y Emilia, al hospital, donde se tuvieron que quedar cuatro días en observación y sometidos a pruebas para asegurar que estaban bien para viajar.
Elena y Raúl se quedaron ellos, solucionando todo el trámite de la repatriación, que esa misma noche quedo solucionada.
Oradea-Viena
Con el susto en el cuerpo pero con la tranquilidad de que estaban perfectamente y atendidos, partimos por carretera dirección Viena. Tras atravesar Budapest, por la circulación, decidimos parar a comer haciendo camping por nuestra cuenta.
Nos apartamos de la autopista y rápidamente encontramos una sombra agradable.
A media tarde estábamos llegando a Viena, ciudad que nos impacto desde un principio, en nuestro recorrido hasta el hotel.
El hotel Ananas, sirvió de final de etapa. Etapa que rematamos con una cena estupenda en un restaurante típico vienes.
Viena-Munich
Dedicamos la mañana a visitar Viena. Un grupo decidimos visitarla mediante los autobuses turísticos, para hacernos una idea cómoda y rápida de toda la ciudad.
Comimos junto a la opera, lógicamente un escalope vienes.
Ya por la tarde reanudamos camino, visitando también Salzburgo, y llegando a Múnich ya entrada la tarde.
Por la noche y siguiendo la recomendación del hotel visitamos un autentico restaurante Bávaro, donde la cerveza corría por litros, las salchichas por kilos y el buen humor y cachondeo también.
Múnich-Ginebra
Hoy la etapa era larga, todo autopista, cruzando Alemania y Suiza. El día no se dio bien, un monumental atasco nos retuvo en toda Alemania, debido a unas obras. A medio día entrabamos en Suiza, cerca de Zúrich.
La parada de la comida, la realizamos en un área de servicio, pero recurriendo a unos riquísimos bocatas de Ibéricos españoles.
Por la tarde nuestro destino era Ginebra, aunque nuestro hotel estaba en el lado francés en Archamps.
El Best western, estaba realmente bien, con piscina cubierta, lo que nos permitió darnos un chapuzón.
La cena, gracias a los conocimientos de Eladio, se celebro en un restaurante típico de raclette.
Ginebra-Barcelona
Última etapa, salimos temprano, todos juntos, por la autopista que atraves de puentes y túneles nos llevaba a Lyon y desde allí a Montpellier.
Precisamente en esa zona realizamos la última comida de grupo y “de sobras” bajo la sobra de unas encinas.
El la junquera, hicimos la parada de reagrupamiento, para despedirnos ya que Ernest, se quedaba en la zona, Vicente continuaba hasta Valencia, José Antonio iba a Barcelona y Fernando hasta Altea.
La “porta catalana” sirvió para marcar la despedida. A media tarde, llegábamos Montmelo, lugar elegido para el hotel, donde también pudimos darnos un relajante baño en la piscina.
Y salir a cenar al pueblo, unas riquísimas tostas de pan tumaca con butifarra.
Por la mañana en el desayunos, los que quedábamos, nos despedimos deseándonos feliz viaje y dirigiéndonos cada uno a nuestro destino.
Jorge y su familia, regresaron a España un día más tarde en avión, pasando rápidamente por el Hospital Puerta de Hierro, para un reconocimiento más exhaustivo, mandándoles a su casa, eso sí con reposo absoluto por un tiempo.
Espero que cuando estas líneas salgan a luz, ya estén recuperados y nos hayamos juntado para ver las fotos y videos del viaje.
Muchas gracias a todos los asistentes y en especial a Mircea y Christi nuestros guías en Rumania, por su trabajo y esfuerzo.