Semana Santa

Una edición especial coincidiendo con el 15º aniversario del Club.

Ya estamos de vuelta, ya estamos en casa… aunque ciertamente ha parecido que no hemos salido de ella, hemos estado en otro país, en otro continente, pero nos hemos sentido como en casa en todo momento, hemos estado en grandes Hoteles de lujo, hemos pasado ciertas penurias en el desierto, hemos sufrido una tormenta de arena, todo esto en un país culturalmente distante al nuestro, pero nos hemos sentido como en casa, quizás sea por los compañeros, quizás por las gentes del lugar, quizás por la organización, o quizás por todo ello junto.

Si, seguro que es por eso, porque la organización ha sido excelente, no parecía fácil manejar un grupo de 22 coches recorriendo mas de 4.000Km pero todo ha salido a la perfección, los contratiempos son inevitables y más en un viaje de aventura donde existen cientos de variables que pueden aparecer de cualquier forma, pero la capacidad de la organización se pone de manifiesto en estos casos, cuando cualquier contratiempo imprevisto pasa a un según plano ya que se soluciona sobre la marcha de forma impecable.
Es condición humana que a la hora de valorar estos casos el caer en la borrachera de ser muy destructivos o por el contrario deshacernos en elogios, creo que siendo objetivo hay que agradecer tanto a Eduardo como a Antonio su involucración y la atención que han prestado a todo el grupo en todo momento, aunque no han dado muestras de ello soy consciente que ha sido un esfuerzo agotador en algunas ocasiones, no voy a enumerar los momentos a los que me refiero pero los que hemos estado en este viaje solo tenemos que pararnos un minuto a pensar y se empiezan a agolpar en nuestros recuerdos esas situaciones complicadas o que requerían algún tipo de ayuda y allí esta Eduardo o Antonio.

Otra de las claves de este éxito han sido los compañeros de ruta, en todo momento han estado pendientes los unos de los otros, los más veteranos supervisan a los menos experimentados. Caso especial ha sido el de Irene, la embarazada Irene, el vuelco de ayuda y atención ha sido fantástico, y ha tenido la oportunidad de disfrutar intensamente del viaje, con la tranquilidad de que estaba bien atendida por, entre otros, Enrique, Blanca, Ainhoa, Vero, Nanda, Belén…. Todo el grupo ha sido parte de la clave del éxito.

Gracias a todo lo anterior hemos podido sentirnos como en casa, como en casa porque también las gentes de los lugares por los que hemos pasado nos han tratado con atención y amabilidad, hemos estado en grandes ciudades, en fantásticos hoteles, en zonas reprimidas, pequeñas aldeas o agrupaciones perdidas en el desierto, y en todos los lugares hemos estado a gusto, tranquilos y bien recibidos. Ahora viene la parte de hacer un pequeño resumen del viaje, desde el punto de vista de un viajero en su 4×4, siguiendo un orden cronológico empezamos la aventura:
El pasado 14 de Marzo partimos con nuestra sonrisa un poco forzada y digo forzada por que era muy temprano; salíamos veintidós 4×4, y mientras adelantábamos vehículos que se disponían a terminar su semana laboral, nosotros emprendíamos nuestra aventura, dirección Marruecos.
El lugar de encuentro era Algeciras, unos 700 Km. después, donde nos uníamos coches de Madrid, Valencia, Alicante y Gerona. A primera hora de la tarde tomábamos el ferry con dirección a Ceuta. Una placida travesía y tras cruzar la ciudad de Ceuta nos encontramos con la administración aduanera marroquí. Tras dos horas, llegamos al Hotel Sofitel de Marina Smir, hasta ahora todo suavidad y carretera.

El segundo día, partimos de Tetuán, con destino a Fez, con algo deprisa para poder aprovechar la tarde en la Medina, como así fue. El grupo de 55 personas se dividió en varios grupos y nos adentramos en la Medina, para descubrir ese mundo increíble llenos de colores, olores y sabores….
El tercer día, viajábamos dirección sur, a través del Atlas marroquí. Primero Ifrane, “la suiza marroquí”, luego los bosques de cedros, donde pudimos, observar preciosos ejemplares de cedros y ejemplares de monos, típicos de la zona.
El paisaje cambiaba por momentos, que diferente es la cara norte del atlas de la cara sur. Mientras en la norte, los cedros dominan, en la sur comienza el desierto. Nos acercamos a los inhóspitos territorios secos y pedregosos. De pronto una curva y ante nuestros ojos un palmeral, dentro de un surco excavado por el Oued Ziz. La ultima sorpresa del día, nos la brindo un geiser de aguas sulfurosas, ya muy cerca de nuestro hotel, el mítico Hotel Xaluca de Erfoud.

El cuarto día, ya entramos en materia, cogimos la mítica pista de la piedra Citroën y nos encaminamos a un oasis. Se puede percibir en momentos, los kilómetros de desierto, en este caso no de arena si no de despoblación, piedra y los pequeños alibustres que lo llenan todo, como esas pelotillas que le salen a los jerseys, una llanura inmensa con sus motitas verdes, unas montañas al fondo te recuerdan que estas en un país lleno de contrastes. Eso si paradas obligadas en los oasis para dar bocado.
Como el famoso Marco buscando a su madre, subíamos montañas, las bajamos, cruzamos ríos, estepas y llanuras, todo con el fin de disfrutar y poner a prueba las amortiguaciones, ruedas y sobre todo el aire acondicionado, ríos de arena, derrapajes, trialeras, polvo y al fondo dunas. Al principio parecen color naranja, luego se tornan inhóspitas, deseando atraparte…

Pero las dunas debían esperar un día mas, para engullirnos. Volvimos Erfoud, para descansar en el magnifico hotel Xaluca, baño en la piscina incluido. Para comprar en las tiendas de la ciudad y reparar el pinchazo de José Ramón, única incidencia del viaje hasta el momento.

El quinto día, comenzamos recorriendo una inmensa hamada, salpicada de pequeñas haimas, donde viven nomadas, cuidando rebaños, salpicada también de las canteras de donde se extraen los fósiles, tan apreciados en los mercadillos locales, salpicada con pequeñas montañas, que nos ponían difícil el paso, con trialeras de piedras carbonizadas. Por fin nos plantamos ante el gran Erg Chebbi, por su cara menos conocida, pero no quería recibirnos, una inmensa tormenta de arena, desprendía sus partículas de fina arena, impidiéndonos salir del coche, comer y casi ver…
El recorrido previsto marcaba atravesar dicho Erg en busca del alojamiento, en el espectacular Albergue Tomboctou.
Pero tuvimos que modificarlo, atravesando por la parte norte. No nos íbamos a quedar si pisar arena, con lo cual, tras desinflar ruedas, comenzamos a franquear las ultimas dunas del Erg, entre la “niebla” provocada por la tormenta. Una tras otra los coches evolucionaban, con la mano experta de Eduardo abriendo camino y de Antonio en la retaguardia, vigilando.

En un momento tres coches quedaron hundidos en una difícil situación, en la cresta de una duna, siendo rescatados rápidamente, por Eduardo. Finalmente todos superamos las dificultades, que para algunos resultaban una novedad, al no haber pisado nunca, este medio, con sus 4×4.
El día se completo con la visita a la asociación Hassi Labiat, donde se produjo la entrega de material escolar y juguetes para que los niños de la zona, tengan esta pequeña ayudita, entregada por los participantes, con mucha ilusión. Ya en el Tomboctou, la tarde fue aprovechada para descansar y alguno para recibir un masaje en el recién inaugurado Spa.

El sexto día, fue el día en que paseamos por el interior del Erg, con dunas dignas de la película DUNE, vivimos una mañana intensa, ya el día anterior nos había avisado, lo inhóspito del lugar, con la tormenta de arena. Todo comenzó muy temprano, casi al amanecer, las 6:00 AM; Un grupo de 5

coches, se reunió en el árbol señalado por la organización para los voluntarios a vivir esta “especial” de arena. Aún con frío partimos, contábamos con la ayuda de un guía, somos aventureros pero no locos.
El resto del grupo, que saldría a las 9:00 de la mañana con la ruta programada, por lo que nuestros 5 coches teníamos 3 horas para disfrutar del amanecer desértico, y de la conducción en dunas, en su mejor estado para hacerlo, con la humedad de la noche.
El sol comenzó a salir y a pesar del madrugón el desierto cobraba vida, los turistas paseaban con sus guías andando a la gran duna; otros en caravanas de camellos disfrutaban del paisaje, algunos nos miraban desde la lejanía y nosotros en nuestros hierros llenos de caballos navegábamos, con el rumbo fijado por el guía, subíamos y bajábamos entre las olas de arena, en cada parada sentíamos la soledad y traqueteo de los modernos motores diesel. Al pararlos el viento nos traía lejanos voces apagadas, se alcanzaba a ver la mayor de las lejanías, ese desierto que te puede hacer volverte loco.
Tomamos un té en un acogedor oasis, convertido en motel, al más típico estilo de lo que en esta parte del mundo llamaríamos hippie, pero que allí es una haima y un colchón, en medio del Erg.
Comentada la primera toma de contacto y con el sol ya sobrepasando la más alta de las dunas comenzamos el regreso al hotel. Gozoso regreso, ya con mas destreza tomábamos los vaivenes con suavidad la propia arena formaba parte de nuestro coche y se desprendía de nuestras ruedas una

y otra vez, intentando subirse al neumático, los surcos que dejábamos desaparecían a breve que pasara el tiempo y era preciso seguir la pista del vehículo de adelante para evitar perderse.
Zig-zag, izquierda y derecha y devuelta al hotel, imposible de hacerlo sin el guía, pero parecía una simple lección de orientación.
Mientras, el grupo había partido para cumplir la etapa reina del viaje, la mas larga y difícil, con el añadido de la falta de combustible hasta bien entrada la tarde.
El quinteto de las dunas, partía en busca del grupo, marcha forzada, no hay que perder tiempo, no bajamos la velocidad, no existe carretera solo un punto y su línea recta, pero pronto entendimos que la línea recta no es el camino más corto, el cauce de un río seco nos cortaba el paso, sin bajar la velocidad y escoltados por motocicletas de los habitantes del lugar que nos seguían sabiendo que no existía paso y que teníamos que volver nosotros buscamos un sitio de paso antes de tener que dar la vuelta, allí donde encontramos un pequeño paso, allí donde se vislumbraba un camino, allí donde el desnivel no era elevado, por allí entrábamos. Hasta que por fin, aparecimos al otro lado, en aquel lado quedaron los motoristas, tal vez asombrados o tal vez sabiendo que ese no hubiera sido el camino más corto.
Encontrada otra vez la línea recta, con nuestro punto de destino pusimos los coches en polvorosa e intentando salvar los obstáculos, esquivando piedras y grietas así llegamos al antiguo puesto de la legión francesa, nuestro punto final, donde se encontraba el grupo principal.
Llegamos al fortín de la legión, allí parecía distinguirse a Jean-Claude Vandamme en lo alto con sus compañeros esperando la muerte, pero tan solo eran las sombras y los oscuros recovecos de la fortificación.

El grupo principal había salido una hora antes, y lógicamente su marcha fue mas relajada, pudiendo disfrutar de lo que nosotros nos perdimos, lagos secos, oued arenosos, pistas de hamada, cuevas en la montaña con forma de atributo sexual femenino, pueblos en mitad de la nada, etc. Hubo tiempo incluso para un partido de fútbol.
Tras la fortaleza de la Legión, un gran río de arena nos cortaba el paso, seguido de unas mini dunas, mas complicadas de lo que a priori parecían desde lo alto del fuerte. Continuamos a tope de acelerador de derecha a izquierda a golpe de timón, todo a la derecha o todo a la izquierda, los coches cruzados, cada rueda quiere ir para un lugar distinto pero la fuerza de la gravedad manda. Tras el río ahora tocaba cruzar un conjunto de dunas, el grupo ya había comenzado a atacarlas y nosotros decidimos no entorpecerlos y acometerlas por otro flanco. La emisora resoplaba con las voces del otro grupo; atascos, paradas, consejos…. Mayday, mayday, el jefe del grupo coordinaba el atolladero, todos iban en grupo hacia las mismas dunas, y nosotros para evitar caer y entorpecer seguimos por el nuevo camino, un camino que en vez a adelantar nos adentraría más en las dunas.

Comenzó la tormenta de arena y nosotros a quedarnos en las dunas, de los cinco si no uno, el otro, si no tres. El grupo principal también estaba

atascado… La situación te hace dudar, por un momento, ¿saldremos de aquí?… Es en estos momentos cuando contar con unos compañeros como Dios manda, te hace confiar en que vas a salir y así es; Todos para uno y uno para todos, pala, winch, eslinga, menos presión…. y “pin pan”, adelante y atrás, bajo el sol y sobre la arena, poco a poco vamos avanzando.

En un momento dado el pequeño grupo se detiene Manolo y su Touareg, esta encallado como un barco en una bajada de marea. El problema reside en que el protector de carter se ha doblado e impide el avance. Desmontamos ruedas, quitamos la protección del carter que nos impedía el maniobrar por las dunas, esto último debido a un problema de diseño, ahora el coche esta libre, no hemos ganado una cerveza y unas risas.

Finalmente el grupo principal, tras la pericia de Antonio, Manuel y Eduardo consiguen llevar a los 17 coches restantes al otro lado del Erg. No ha sido fácil, Irene, Nanda, Pablo, Fernando, Carlitos, Nacho… todos se han atascado en algún momento.
En la hamada la parada es obligada para devolver la presión a las ruedas. Uno tras otro sacan sus compresores y empieza la operación. Pero se presentan problemas, por un lado el coche de Juan y Nacho pierde agua, un agujero en el radiador, provocado por un palo, tiene la culpa. Y por otro lado, el más preocupante, Irene tiene molestias, 5 meses de gestación y haber atravesado un Erg de dunas ella sola conduciendo parece que no la ha sentado mal. Manuel y yo estamos en el grupo de los 5, con el otro Touareg y nos informan por radio. Es un momento difícil, pero Belén (medico de SAMUR) esta con Irene y el resto del grupo la “mima”… todo queda en un susto y tras un paseo y un rato de relax, parece que remiten los dolores. Entre tanto los hombres

, han reparado el radiador de Juan con la masilla mágica (ahora entiendo la lista de material que nos proporciona Eduardo, quien me lo iba a decir…)

El grupo principal arranca hacia el destino de la comida, un lugar llamado el portal de belén pero nosotros, el grupo de 5, seguimos atravesando el desierto, con toda esa arena, que ya comenzaba a amontonarse dentro de los coches. Estos cinco coches magníficos con sus tripulantes; finalmente encontramos la salida. Protocolo de inflado de ruedas, y entre la espesa niebla de la tormenta de arena, ya reinante a esas horas, oímos un ruido, de pronto Antonio y Eduardo Celdran aparecen con el Toyota, volando entre oued y oued. Estaban preocupados por nuestra tardanza y vienen a buscarnos. Escoltados por “los jefes” llegamos sobre las 18:00 a la posada “el portal de Belén” y nos unimos al grupo.

La tarde, iba a ser interesante, una larga hamada, lisa como la palma de la mano, permitía que el grupo circulara constantemente por encima del los 80Kms/h, y durante cerca de 2 horas… Increíble!!!!

Ya en carretera, el punto de repostaje era Alnif, todo el grupo reposto al anochecer, aun quedaban 100Kms de carretera, El hotel Xaluca Dades, nos esperaba…
Hacia las 22:00 horas tocamos hotel, pero faltaban 3 vehículos, Carlos Pi, tenia problemas con el combustible comprado al salir de las dunas. El coche fallaba y pegaba tirones. Gracias a los mecánicos militares del cuartel local, se desmonto el deposito y limpio los carburadores del Wrangler, p

udiendo continuar hasta el hotel pero llegando a puerto a las 4 de la mañana. Sanos y salvos, pero cansamos Carlos Pi, Carlos, Enrique y Vicente, por fin podían descansar para acometer el nuevo día.

El séptimo, se inicio por carretera ascendiendo las preciosas gargantas de Dades. El principio fue rápido y descansado, precioso de ver y de disfrutar, con gargantas, de verdes lechos, paredes desérticas y cumbres nevadas. Todo decorado con bonitas Kasbhas y pueblecitos.
La pista ascendía en dirección Agoudal, alcanzando cotas de 2.900Mts. cumbres que se encontraban nevadas, si nevadas he dicho bien… Una agradable comida de altura en unas praderas bajo el sol, significaron el punto de relax de la etapa. Ya por la tarde, la localidad de Agoudal significaba el inicio de la carretera, que desciendo por las gargantas del Todra, hasta el palmeral de Tinerhir.
A todos nos sorprendieron las gargantas, hoy convertidas en centro comercial, llenos de puestos… Eduardo Celdran comentaba que las había conocido sin, ni siquiera carretera…

El octavo día, comenzó a lloviendo, salimos de Boulmane, por carretera dirección Ouarzazate y el primer vadeo de Oued, que nos encontramos, se encontraba inundado, tras comprobar que era un paso sin complicaciones aparentes reanudamos la marcha, pero Vicente se abrió demasiado y quedo encajado, esto hizo que el coche quedara a 30º, comenzando a entrar agua, el winch de Eduardo Celdran por delante no fue suficiente, así que Antonio comenzó a tirar con el suyo por detrás… pero la cosa se complico el coche estaba empeñado en volcar… la rápida intervención de Carlos Pi, Enrique y Fernando evito q

ue el coche perdiera su posición, al mas puro estilo regata de vela, con la simple, estrategia del contrapeso. De nuevo atado por delante, Antonio tiraba y Eduardo iba soltando lentamente, hasta que el coche salió del escalón en el que se había encajado.

El susto quedó en susto, y la ruta continuo, aunque aun tuvimos que superar cuatro o cinco vadeos mas, aunque sin el peligro del primero. Por un momento dudamos en adentrarnos en la pista de las “mil kasbhas” ya que los ríos venían crecidos. Pero al llegar a Ouarzazate, la promesa de barro se convirtió en polvo y poca humedad, el territorio se había vuelto seco, ni una gota de agua….

Una comida improvisada en Ait Benhaddou, sirvió para que todo el grupo se uniera en torno a una mesa, aportando cada uno viandas de la madre patria.

Por la tarde la estrecha pista aun nos brindaría emoción en los cruces con los vehículos locales, pues el espacio era muy limitado. Aun así todo fue como la seda y llegamos a Marrakech. Ciudad que nos recibió con una intensa granizada.

El noveno día, era de merecido descanso… ¿Quién dijo descanso? Marrakech, es tan cansado como la pista, visita a la ciudad, comid

a en la plaza Jna Fna, recorrer el laberinto, como le llaman los más pequeños, comprar, regatear, mas regatear… burro va, bicicleta viene… Hola Pepe (si mi vecino de la urbanización, que también andaba por allí…) Aquí se puede comprar de todo: baratijas, plata, cerámica, madera, alfombras, relojes, especias, productos para el vigor sexual, ropa, comida, etc., etc.
Un día en esta mítica ciudad para el descanso y los paseos, nos devolvieron a la vida urbana, eso sí al estilo marroquí, caos, polución, desorden… líos, etc., etc.
Por la noche puntualmente nuestras furgonetas, contratadas para la ocasión, nos recogían en la puerta del hotel para llevarnos a la cena espectáculo Fantasía de restaurante Chez Ali. Todo el grupo disfruto de una cena típica, que sirvió como despedida y del espectáculo, un tanto peculiar, de las mil y una noches, con alfombra voladora incluida.

El décimo día, seria un mero tramite por la cara más moderna y europea de Marruecos. La nueva autopista nos lleva en pocas

horas hasta Rabat, Casablanca y más tarde Tánger. Donde un nuevo caos nos recibía en la frontera del puerto. Las dos horas de tramite habituales, mas un lío descomunal para embarcar.

Tras 5 horas, los últimos del grupo embarcaban rumbo a Tarifa y a continuación Algeciras, para llegar a nuestro ultimo hotel, El Guadacorte. Que pese al retraso acumulado, nos tenia una cena buffet preparada.

El undécimo día, sirvió de despedida y vuelta a casa de cada uno de nosotros, con los momentos agolpándose en nuestras cabezas, y conscientes de que al día siguiente, Eduardo no tocaría el silbato para iniciar la marcha…
Hubo atasco, pero no importaba, eso significaba que aun no llegábamos a casa y no volvíamos a la realidad…
Gracias todos, participantes, patrocinadores y todas las personas que han colaborado para el éxito de este viaje.

TEXTO: JOSE RAMON CORTES, MANUEL BALLESTEROS Y EDUARDO CELDRAN
FOTOS: EDUARDO CELDRAN / MANUEL BALLESTEROS

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