Eduardo Celdran y Gustavo Harting

Semana Santa 2007

África se nos queda pequeña, iniciamos nuevas aventuras en Sudamérica.

El grupo y los preparativos,…
Comenzamos un año antes los preparativos del viaje que el Club Iberutas 4×4 organizaba con la inestimable ayuda de Gustavo “El Colo” Harting, experto guía por Sudamérica, que nos facilito los recorridos, su compañía y “las pistas” necesarias para que el viaje saliese estupendamente, como luego salio…
África se nos había quedado pequeña, y Sudamérica había sido ahora la elegida. Recorrer primero la Patagonia chilena y Argentina cambiaría radicalmente el entorno por el que tenemos costumbre circular. Y a la postre nos abriría nuevos horizontes para años venideros.
Sobre el papel serian 11 días de travesía, comenzando en Bariloche para terminar en las Torres del Paine, al sur de chile. Serían 3500Kms. a bordo de 10 Toyota Hilux 2500D con 100Cv, casi nuevas, con solo 6 meses de uso, que sin duda fueron la clave del éxito del viaje.
Poco a poco, iban apuntándose a la cita socios de Iberutas de distintas regiones de España (Madrid, Burgos, Asturias, Valencia y Gerona) incorporándose también José Antonio desde Chile. Los participantes fueron convocados en Barajas el 29 de Marzo, para volar con Aerolíneas Argentinas a Buenos Aires. Habíamos elegido la mejor fecha para recorrer La Patagonia, Semana Santa nunca falla, y el tiempo siempre acompaña. Cargados de expectativas, con 730Kgs de equipaje y material, ricas conservas (inexistentes por aquellas latitudes), accesorios de rescate, GPS y las radios de VHF. Comenzaba el viaje… Pero antes tendríamos “el disgusto” de la Baja de nuestro amigo Carlos y su familia, por enfermedad de una de sus hijas. Carlos prometido que volveremos…

Buenos Aires – Bariloche – Esquel – Termas de Puyuhuapi.
Llegamos a BB.AA (aeropuerto Ezeiza) donde contábamos con el servicio de minibús de, ahora nuestro amigo, Federico. Esto nos dio la tranquilidad de poder desplazarnos por la ciudad, conocer lo mejor de ella, asistir a los mejores espectáculos, como Madero Tango y desplazarnos al aeropuerto para volar a Bariloche.
Llegar por avión a Bariloche en teoría era un rápido trámite, pero una avería en el radar del aeropuerto de BB.AA, nos retrasó hasta bien entrada la noche dejándonos sin disfrutar del Spa del hotel y sin visitar las tiendas de Bariloche. Nada mas llegar nos instalamos en un sector del pequeño aeropuerto para recibir las flamantes Toyota Hilux, de alquiler. Que Javier Dubrovnik, nos habían preparado con mucho cariño y con todos los detalles (ruedas de taco, lonas, doble rueda de repuesto, protecciones de bajos, caja forrada, extintor, etc.)
Junto a Colo y Miguel, nuestros guías, nos pusimos rumbo al hotel Nido del Cóndor. La cena, en el vecino “Patacón” nos dejó tan sorprendidos, por el cordero en la estaca, como por el hecho de ver la foto de Bill Clinton sentado en la misma mesa que nosotros.
La siguiente mañana la ocupamos instalando emisoras, GPS, pegatinas, etc. Y como no podíamos dejar de disfrutar de unos minutos en Bariloche, una corta visita y la degustación de los famosos chocolates, retrasó la salida, hasta la hora de comer. Pasamos por delante del famoso Cerro Catedral, famosa estación de Ski, y pusimos rumbo sur, por asfalto, acostumbrándonos a las carreteras, a las señales y a la forma de conducir de los Argentinos, cortando las curvas para no perder velocidad, ni impulso, provocada por la falta de potencia de los motores, en este lado del mundo, los costes mandan…
Pronto entraron las ganas de comer y teníamos una sorpresa, Alfonso había traído desde Burgos, 5Kgs de Morcillas, y había conseguido “burlar” todos los controles de los aeropuertos, por lo que no faltó el fuego al borde del Lago Steffen. En diez minutos, Alfonso tenia las morcillas listas y “cayo” la primera docena de botellas de vino tinto, bien servidas por nuestro «somelier» José Antonio (al pobre le encomendamos la responsabilidad del stock, que bajaba y subía, casi tan rápido como se reponía) la comida dejó algo bien en claro: en esta travesía, las paradas para comer no serían cortas, ni pocas. Por la tarde salimos en busca de la cabaña de Butch Cassidy en el fabuloso P.N. Los Alerces. La ultima parada del día seria en la Pasarela colgante, y aunque ya era de noche, el paseo nocturno junto a las aguas bravas mereció la pena. De aquí a Esquel nuestro primer destino, un paseo, la Hostería Cumbres Blancas nos dio alojamiento.
Con puntualidad, salimos en busca del primer cruce de Los Andes (fueron en total cuatro) esta vez siguiendo el caudaloso río Futaleufú. Tras los tramites aduaneros tomamos contacto con la mítica Carretera Austral un acontecimiento difícil de olvidar rodeado de las Nalcas gigantes que nos acompañaron casi todo el recorrido chileno. Nuevamente nos cayo la noche al llegar a nuestro destino, el embarcadero del Resort & Spa Termas de Puyuhuapi. Un hotel, al que se accede a través de un fiordo, al estilo noruego, mediante lanchas, y que esconde unas termas naturales. Pese a la hora, no pudimos resistirnos a disfrutar del Spa y las termas, aunque para ello el hotel tuviese que retrasar los horarios de cena. Gracias.

Parque Nacional Queulat – Coyhaique – Lago Posadas
Por la mañana, tras un nuevo cruce al continente, en una extrañas lanchas traídas desde Vietnam, visitamos el pueblo de Puyuhuapi, donde existe una fabrica de alfombras y un café, que regentan dos hermanos de origen alemán. De nuevo en la carretera Austral pusimos rumbo al Ventisquero Colgante del P.N. Queulat. Tras una corta caminata por el bosque húmedo sub-antártico, tomamos una lancha para cruzar el lago hasta el pie de la cascada del ventisquero, nuestro primer contacto con el hielo.
La comida se realizó sobre las tapas de las pick up, gentilmente preparada por Enrique y Ainhoa, para poder ponernos en ruta cuanto antes, ya que el camino era largo. Por la tarde el portezuelo del Queulat y el Salto Padre García eran paradas obligadas a efectuarse de día. Pero no terminarían aquí las sorpresas de la etapa, al final, la mejor hostería de Coyhaique, estaba sin luces. Un voraz incendio, la semana anterior, había quemado medio hotel, menos mal que nuestras habitaciones no se vieron afectadas. Por la mañana, el primer madrugón del viaje, debíamos llegar a la navegación del Lago Carreras antes del mediodía. Unas fabulosas cavernas esculpidas en el mármol de las formaciones llamadas Catedral y Capilla, rápidamente nos hizo olvidar la espera para embarcar. Después de comer dejamos la Carretera Austral cerca río Baker, era la hora de la estepa, los Guanacos y el cruce por el Paso Roballos, hacia Argentina.
Conducir de noche por el intrincado laberinto de caminos a Lago Posadas, se convirtió en una divertida etapa de navegación por GPS. Llegando a La Posada del Posadas, donde Susana y Pedro tenían el cordero al horno listo, y la cama preparada… Algo ya estaba claro: “La inmensidad de la Patagonia y el aislamiento de sus pueblos”.

Cueva de Las Manos – El Chaltén – El Calafate
Este día empezaba con un nuevo madrugón, pero la Patagonia es grande y teníamos que resignarnos. Una impecable pista de “ripio” nos llevo a la fabulosa Cueva de las Manos, donde hace 10.000 años, alguien pinto manos y escenas de caza, que perduran hasta nuestros días, en medio de un cañón esculpido por el río Pinturas.
La comida fue, otra vez, gracias a las latas traídas de España, con mejillones, gulas y sardinillas. Y ayudados por el Fuet que Pep y Julia consiguieron traer desde Gerona.
Empezaba uno de los tramos más duros del viaje, la solitaria Ruta 40, tan especial y mítica como la Carretera Austral Chilena. Unos 350 Km. de ripio hasta Tres Lagos, fue lo que recorrimos esa tarde. Aderezados con el pinchazo de Elena, que no dejo ni la llanta “sana”. Luego un enlace pavimentado hasta El Chaltén, y el merecido descanso en la encantadora Estancia La Quinta, nos entretuvo hasta el anochecer.
Por la mañana, tras contemplar el monte Fitz-Roy, dejamos los coches, por una embarcación, “El Huemul”. Esta nos llevo hasta un promontorio rocoso muy cerca del Glaciar Viedma. Allí iniciamos el trecking sobre el hielo, ayudados de grampones, una actividad compleja, pero que todos superamos ampliamente, incluso los más pequeños y los mas mayores. A la vuelta, y ya comidos, nos pusimos de nuevo sobre la Ruta 40, a veces asfaltada, a veces de Ripio. Una parada, a media tarde, en Venta La Leona donde, madre e hija, tenían todo un surtido de tartas y empanadas preparado, y que lógicamente después de nuestro paso, tuvieron que ponerse a reponer rápidamente…
El Calafate, era nuestro destino y el Hotel Mirador del Lago nuestro lugar de descanso, pero antes de dormir, había que cenar en el asador mundialmente famoso de La Tablita. Probarlo…

El Calafate – Puerto Natales – Parque Nacional Torres del Paine
Solo hay una forma de conocer los Glaciares Spegazzini, Upsala y Onelli, y es mediante la navegación en catamarán llamada “Todo Glaciares”, así que este día descansamos de coche y nos acoplamos placidamente en el barco, provistos de nuestras cámaras de fotos y video.
Una vez desembarcado, bien entrada la tarde, nos dirigimos a la Estancia Nibepo-Aike, donde tenían el cordero y el asado listo para comer. Tras la cena y en compañía de los numerosos conejos silvestres que salían a saludarnos, 50Kms de ripio hasta el hotel. Estos sirvieron de travesía nocturna, que llevábamos algunos años en España sin poder hacer, por las prohibiciones…
La luz de la mañana nos llevo a pie del grandiosos Glaciar Perito Moreno, objetivo numero 1 de este viaje. Tener al glaciar frente a nosotros, no nos dejo indiferentes a ninguno. Tuvimos que arrastrar hasta el coche a los mas sorprendidos por la magnitud del hielo…
Por la tarde 65Kms de ripio y algo mas de asfalto nos devolvían a Chile. Puerto Natales nos esperaba y el modernísimo Hotel Altiplanico “Sur” (esperamos conocer pronto el “Norte” en San Pedro de Atacama) seria nuestro lugar de parada y descanso.
En la lluviosa mañana, tomamos dirección al P.N. Torres del Paine, visitando primero la Cueva del Milodón. Lo cual nos dio la oportunidad, tras consultar a los Guardabosques, de tomar una pista, aun no abierta al publico, que nos ahorraba 60Kms. Al rato estábamos sentados con vistas a los témpanos del Glaciar Grey, en la hermosa hostería del Lago Grey. El día no acompañaba, y las torres no se hicieron visibles tapadas por las nubes. Así que improvisamos una entretenida y llena de barro “huella de 4×4” (como aquí la llaman) para terminar la tarde. La cena en el restaurante La Ultima Esperanza de Natales, nos puso delante Centollos y mariscos. ¡ Había que darse un homenaje en el fin del mundo, con amigos, y haciendo 4×4 ! La vuelta, al día siguiente, hasta El Calafate, fue rápida, por la recién asfaltada carretera hasta la frontera de Cerro Castillo. Lo que permitió a nuestras “Santas” perderse en las numerosas tiendas de la ciudad, comprando toda la tarde, mientras nosotros desmontábamos los coches y procedíamos a su entrega y balance de daños. Una vez mas Dubrovnik se comporto muy bien con nosotros, siendo comprensivo con los pequeños daños habidos. (Un par de “bollitos” de chapa y parachoques, dos pinchazos, uno con llanta, un espejo y poco más…) La cena final en La Zaina, hermana de la dueña de la Leona, que tiene un lugar encantador.

La vuelta a España….
Partíamos al día siguiente rumbo a Ushuaia en avión, parada técnica en el fin del mundo, que aprovechamos para tomar la coordenada de GPS. Desde aquí hasta Buenos Aires, de nuevo en avión. Tras un loco enlace, entre aeropuertos por la ciudad, tomamos ya de noche el Boeing 747 de Aerolíneas Argentinas, que nos dejaría placidamente en Madrid al día siguiente. Catorce días después estábamos de vuelta a casa, pero… nos vemos en Atacama 2008

Gracias a todos los participantes y colaboradores.

Texto y fotos: EDUARDO CELDRAN/GUSTAVO HARTING

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